¿Qué es la madurez emocional?

¿Qué es la madurez emocional?

La inteligencia emocional es un concepto de nuestra personalidad importante que, desarrollada, tiene multitud de beneficios tanto en lo personal como en lo profesional.

En el artículo de hoy vamos a tratar un concepto importantísimo que nos catapultará para entender el valor que tienen las emociones y su manera de gestionarlas: la madurez emocional.

Un instrumento que nos puede llevar al éxito, o al fracaso si no lo entrenamos.

¿Qué se entiende por ser una persona madura emocionalmente?

La falta de madurez emocional es la dificultad de percibir emociones en una situación determinada, identificarlas y construir estrategias con el fin de gestionarlas.

Una persona que es capaz de actuar en situaciones de tensión tomando una decisión correcta y proporcionada, puede considerarse madura emocionalmente.

José Machado – Psicólogo

Fíjate que no hablo de «no sentir emociones», sino de disponer de un repertorio de estrategias aprendidas y entrenadas que permitan a esa persona hablar y actuar enfocando su esfuerzo en una solución favorable con sus intereses.

Las personas que admiramos no son personas que no sientan miedo, nerviosismo, pánico,… en situaciones peligrosas, sino que saben lo que sienten y actúan según aprendieron un día, gestionando sus emociones y con ello su comportamiento.

Antes de continuar, quiero dejar claro que gestionar una emoción no es controlarla o inhibirla, sino aceptarla de manera efectiva, con conocimiento y siguiendo estrategias de gestión adecuadas.

Tres ejemplos «reales» de personas con diferente madurez emocional

Vamos a tratar este concepto desde una perspectiva lineal, es decir, desde los casos de personas con menos madurez emocional a las que tienen algo más.

Los protagonistas son Silvia, David y Nicolás.

Silvia es una chica de 30 años que se encuentra en la sala de espera de unas oficinas de una empresa importante.

Ella ha acudido a ese edificio porque dentro de unos minutos tiene una entrevista de trabajo, algo que desea desde hace tiempo y que ahora está a punto de conseguir. Es una situación muy importante para ella.

Silvia se siente mal pero no sabe bien qué le está sucediendo. No es capaz de identificar qué le pasa, solo sabe que se siente mal, no está a gusto con la situación y solo quiere escapar de ahí.

Es incapaz de decir qué le sucede, ni siquiera puede decirnos si le duele alguna parte del cuerpo. Siempre que le ha pasado esto cree que algo mal va a suceder y suele escapar de allí o sino «entrará en pánico y se bloqueará».

Por otra parte, en la misma sala de espera de la empresa tenemos a David. Un chico de 40 años esperando también a ser llamado para la entrevista que, debido a la situación, también se siente mal.

David tiene malestar de estómago y temblores en las piernas, e incluso pensamientos rápidos y fugaces que lo confunden. «Algo así le pasó cuando se acercó a hablar con esa chica tan guapa«, se dice a si mismo.

Hasta ahí todo normal, pero en realidad David no sabe identificar qué le sucede, qué es lo que le está pasando y porqué se siente paralizado, aunque, a diferencia de Silvia, identifica en qué partes de su cuerpo está sintiendo ese malestar e incluso recuerda una situación similar del pasado donde le ocurrió lo mismo.

Y por último, justo al lado de David se encuentra Nicolás, un chico de 32 años que ve a Silvia y a David nerviosos e imagina «cómo deben sentirse«, y además cree que puede estar igual de nervioso que ellos.

También siente malestar en el estómago, sudores, temblores,… sus pensamientos son rápidos y claramente sabe que se encuentra nervioso, que suele pasarle esto en situaciones que considera importantes para su vida, y que otras veces que le ha pasado esto ha hecho lo siguiente:

  • ha recurrido a un ejercicio de respiración y relajación que aprendió en una web
  • además de cambiar sus pensamientos catastrofistas por otros más realistas lo que le ayuda a disminuir la intensidad de sus emociones
  • otra estrategia que aprendió fue redirigir su atención mientras duran esas situaciones estresantes con el fin de «centrarse en la solución y no en el problema»
  • por último, sabe que ha vivido situaciones parecidas en su vida donde también se puso nervioso y «al final no era para tanto«

Análisis de los tres casos

Analicemos a los tres candidatos:

Silvia es la candidata con menos madurez emocional porque ni siquiera sabe qué le está pasando.

No identifica su malestar en su cuerpo, solo se ve desbordada por una «sensación» que le dice que huya y escape de ese edificio cuanto antes para ir a su casa donde se siente más cómoda.

David no identifica las sensaciones, la emoción que le está dominando, en cambio si sabe en qué parte del cuerpo se manifiesta.

Llega a identificar la situación con alguna similar del pasado, algo que le aporta cierta ventaja con respecto a Silvia ya que sabe que algo importante está pasando a su alrededor.

David aún no identifica qué emociones está sintiendo, y por supuesto no sabe cómo gestionar esa situación para tranquilizarse y dominar su comportamiento.

Y en tercer lugar tenemos a Nicolás que, no solo le resulta familiar esos síntomas, sino que sabe qué le está pasando por su cabeza, y para mayor ventaja, tiene estrategias aprendidas que le permiten controlar la situación gestionando sus emociones con técnicas de control emocional y atencional.

El proceso de madurez emocional

Desglosando lo que hemos visto anteriormente, podemos decir que la madurez emocional pasa por un proceso que sigue los siguientes pasos:

  • Percepción emocional: nos ayuda a ser conscientes de que algo nos está pasando, nuestro estado emocional ha cambiado y nos resulta familiar.
  • Identificación emocional: somos capaces de identificar qué emoción estamos sintiendo aunque aún no sabemos bien cuál es, como definirla o etiquetarla. Nos sentimos confusos y abrumados.
  • Expresión de las emociones: sabemos qué emoción estamos teniendo y además podemos expresarla tanto físicamente como verbalmente. Es posible hablar con otras personas de ellas e incluso definir en qué situaciones nos ocurre y cómo reaccionamos a ellas.
  • Regulación o gestión emocional: este proceso permite la creación de estrategias adaptativas que permitan el control de la situación, bien pueden ser de aceptación, relajación-meditación, o bien de reestructuración cognitiva.

¿Qué más puedo decir de la madurez emocional?

Como has podido ver, la madurez emocional, al igual que la inteligencia emocional, es un proceso que requiere de entrenamiento y aprendizaje y cuyos resultados son convertirnos en personas seguras y con mejores resultados para nuestro crecimiento personal y la productividad.

  • Las personas maduras emocionalmente tienen más éxito en la vida, pero no por ser «más inteligentes» si no porque:
  • Entablan relaciones de mejor calidad y más sanas
  • Solventan sus dificultades en la vida de otra manera sin grandes altibajos emocionales
  • Son capaces de encontrar estrategias más adaptativas en diferentes contextos tanto personales como profesionales

¿Qué pasa con las personas que tienen falta de madurez?

Las personas con falta de madurez emocional han experimentado en alguna ocasión dificultades para gestionar alguna emoción intensa en algún momento de sus vidas.

Esta dificultad los lleva a reacciones desproporcionadas que a veces pueden ser de bloqueos o incluso agresividad con los demás.

Normalmente intentan evitar estos contextos porque saben que reaccionan haciendo daño o sufriendo ellos mismos sin llegar a comprender qué les está pasando.

Esto que parece algo propio de la personalidad de alguien que conocemos y aceptamos que «él o ella es así», en realidad es una falta de inteligencia emocional.