Pensamiento Positivo

¿Funciona el Pensamiento Positivo?

Llevaba tiempo rondando en mi cabeza la idea de realizar un artículo que pusiera en entredicho la eficacia del pensamiento positivo a la hora de mejorar nuestra vida, conseguir nuestros objetivos, o simplemente ser más o menos felices.

Desde mi punto de vista, y en contra de muchos otros profesionales, creo que el pensamiento positivo está sobrevalorado. En cambio creo que puede sernos útil en determinados momentos, bien para generar autoconfianza, o simplemente como herramienta para mejorar la autoestima.

Pero, ¿qué aspectos del pensamiento positivo son realmente positivos? ¿Es útil de verdad?

Veamos qué se esconde realmente detrás de este concepto tan de moda.

Lo primero que vamos a preguntarnos es…

Pensar de manera positiva ha seducido a algunos profesionales en estos últimos 20 años, en cambio a otros los ha sumido en un halo de incredulidad y dudas, tanto por sus resultados como por la metodología aplicada y su eficacia a la hora de generar cambios profundos en nuestra manera de ver la realidad y nuestras capacidades como persona.

Lejos de entrar en las técnicas que puedan aplicarse para generar este tipo de pensamientos (aunque más bien creo que es un equilibrio de ciertos factores de nuestra vida lo que nos hará realmente positivos), considero importante que te hagas estas tres preguntas previas:

  • ¿cómo pensar positivamente?
  • ¿es efectivo para ti?
  • pensar en positivo, ¿te acerca o aleja de tus metas y sueños?

Puntos débiles y fuertes del pensamiento positivo

Cuando nos encontramos ante una actitud de cambio en nuestra vida (por ejemplo plantearnos realizar unas oposiciones o estudios universitarios, intentar bajar de peso, correr más rápido en alguna carrera, disminuir los celos hacia mi pareja, …), pensar de manera positiva puede aportarnos: motivación, seguridad, pasión por lo que estamos realizando, compromiso, voluntad de sacrificio, etcétera.

Pero también podemos encontrar ciertos «aspectos negativos del pensamiento positivo» a la hora de mejorar y acercarnos a los objetivos propuestos.

Los métodos que se pueden aplicar para generar una manera de pensar positiva suelen tener un efecto inmediato de «euforia súbita» o sensación placentera de calma y seguridad, con una duración determinada.

A los pocos minutos de haber leído una frase positiva o haber generado un pensamiento positivo en nuestra cabeza, la decepción llega cuando vienen otros que consideramos pensamientos negativos y que forman parte de nuestro repertorio conductual.

¿Qué está sucediendo? ¿Es que no soy capaz de controlar lo que pienso ni de cambiar mis emociones o reducir mis miedos?

No es eso precisamente, sino más bien que la metodología o ejercicio que estás realizando no es el adecuado ya que genera cambios superficiales, como si se tratara de un «iceberg».

Leer o anotar frases positivas en el frigorífico no te hará ser más positivo.

¿Qué es el «efecto Iceberg» en el pensamiento positivo?

Las frases motivadoras o frases positivas nos dan píldoras súbitas de motivación y bienestar, pero su eficacia no genera el cambio deseado a medio y largo plazo, de manera que el bienestar que buscábamos finalmente nos genera frustración y malestar.

Cuando se va ese estallido de emoción positiva, volvemos a estar igual que antes, e incluso peor, ya que no hemos sido capaces de cambiar nada de nuestro entorno o de nosotros mismos.

Millones de conexiones neuronales generan esa manera única que tienes de pensar.

El pensamiento positivo mal implementado no corregirá tu manera de pensar ya que nuestro cerebro lleva años o toda una vida pensando de determinada manera. Millones de conexiones neuronales generan esa forma característica que tienes de pensar y actuar.

Aunque el sistema nervioso central destaque por su plasticidad neuronal, nunca, leyendo algunas frases, generarás los cambios profundos que deseas.

Tras esa intención de cambiar algo en tu manera de pensar, existe un malestar que arrastras desde hace años, posiblemente, y quedarte solo en «pensar positivamente» es como si te rompieras una pierna y al ir al médico te recomendara que tomaras analgesia y luego, vuelta a tu casa.

No te ha realizado una radiografía para ver el daño que tienes y por tanto no ha ido al foco del problema para que el dolor no vuelva a ocurrir.

Me gusta este artículo de María Ibañez publicado en el Huffingtonpost que dice:

¿Y por qué no puede funcionar ese método? Porque los así llamados pensamientos positivos tratan de provocar emociones artificiales, emociones generadas por pensamientos enlatados, en un intento de acallar las emociones reales que el conflicto que nos acucia provoca, sin entender la causa de dicho sufrimiento.

Es decir, si solamente lees frases positivas no estarás generando un cambio profundo dentro de ti, sino que te estarás quedando solamente en la superficie.

¡Cuidado! El pensamiento positivo puede ser tóxico

Muchas personas intentan mantener esos pensamientos positivos cada día sin un éxito aparente. Les resulta inevitable volver a ciertos pensamientos característicos de su personalidad. Vuelven, por lo general, a sentir miedo o ansiedad por ideas que le vienen a la cabeza y que no consiguen controlar tal y como ellos mismos esperan conseguir.

La frustración y el malestar de impotencia y desesperación pueden ser comunes en estos casos, y te pueden surgir dudas sobre tus capacidades y competencias personales sobre el control de tu vida. Esto puede ser un problema añadido sin duda.

No conseguir ser positivos a pesar de intentarlo una y otra vez, puede provocar que «tires la toalla» en la vida. Y no es una cuestión de que no puedas o no, sino de que el método que has estado aplicando todo este tiempo no ha sido el correcto, o simplemente no es para ti.

Evita llegar a este extremo donde lo que estás consiguiendo es generar «emociones tóxicas» * que perjudican tu autoestima y tu productividad.

Pensamiento positivo vs pensamiento productivo

Vale, quiero pensar de manera positiva, ¿y ahora qué hago? Es decir, ¿qué tengo que pensar para ser positivo?– .

La revolución surge cuando cambiamos del pensamiento positivo al pensamiento productivo.

Es decir, de nada me servirá en mi búsqueda de empleo quedarme en casa «y pensar positivamente» a que alguien llame a la puerta para ofrecerme un empleo nuevo, que si paso a la acción, desarrollo una búsqueda activa de empleo, y comienzo a generar otro tipo de pensamientos adaptados al reto que me he propuesto.

El pensamiento productivo es un paso más evolucionado en el pensamiento positivo ya que además de tener la fuerza y la energía, tienen la acción y la resolución.

No es lo mismo ser positivo en la pasividad, que en la acción. Mejoramos cuando avanzamos, cuando dejamos el miedo a fracasar y cuando, a levantarnos de nuevo tras una caída, no le damos tanta importancia.

Uno de los cambios más importantes que se producen en nuestra manera de pensar cuando pasamos al pensamiento productivo, es que ya no usamos tanto la palabra «qué» («¿Qué me pasa?, ¿Qué quiero?, ¿Qué tengo?«), sino que ahora pensamos en «cómo» («¿Cómo conseguir eso?, ¿Cómo alcanzar mis objetivos?, ¿Cómo ganar más dinero?«).

Nota: *(las emociones ni son ni han sido nunca tóxicas, solo son emociones).