El síndrome de la caja de galletas

El síndrome de la caja de galletas

Resulta incuestionable la importancia de la educación en edades tempranas para garantizar, o al menos dotar de más probabilidad, nuestros éxitos en el futuro. La educación que nuestros padres nos dieron puede acelerar o enlentecer el proceso de superación constante que es la vida.

Tanto en el ámbito laboral, académico o en el personal, superar retos y dificultades es el pan de cada día. Pero, ¿te educaron tus padres para ser valiente y osado, o para ser sumiso y conformista?

En este artículo vamos a tratar un asunto importante de la autosuperación: la educación temprana y de porqué aún están a tiempo de cambiar.

Qué es el síndrome de la caja de galletas

En una conversación reciente con Jesús Quintero, fundador de Neuroning.net, estuvimos debatiendo sobre la importancia de tu actitud, educación y personalidad a la hora de convertirte en una persona de éxito.

Y salió un simil interesante, a modo de historieta, que nos sirvió bastante para poner en situación un modelo común y quizás prototipado de nuestro comportamiento a la hora de superarnos y crecer.

Y todo comenzó así:

«Imagínate una familia con dos hermanos pequeños. La madre, cansada de que se comieran las galletas antes de almorzar, decide colocarla a cierta altura, en un mueble alto de la cocina, con el fin de que no pueda seguir abusando de ese dulce y que luego no coman el plato principal.

La madre termina advirtiendo que: «quien se atreva a coger la caja de galletas será castigado sin ver la televisión».

Los dos hermanos se enfadan y ofuscan al hilo de ese nuevo inconveniente, pero el comportamiento que toma cada uno ante esa situación es bien distinto.

El hermano 1 llora y patalea porque no podrá comer galletas cuando quiera. De manera que opta por enfadarse para luego marcharse a jugar o hacer otra cosa. 

El hermano 2 permanece callado, espera a que se «calmen las aguas», y tras ver que tanto su madre como su hermano se marchan, decide trazar un plan para subir al mueble y coger una galleta.

Este último, asume el riesgo de ser descubierto además de caerse desde lo alto, pero valora la situación y decide actuar.»

Bueno, el debate está servido.

¿Crees que la decisión de la madre de premiar o castigar a uno u otro hermano va a determinar la manera de pensar que tendrán a la hora de enfrentarse a un reto en el futuro?

Lo mismo ocurre cuando se cae un niño en la calle. Hay padres que salen corriendo a levantarlos y otros que les animan a que sean ellos mismos los que se levanten.

¿Que tipo de hermano eres?

En el síndrome de la caja de galletas encontramos un ejemplo típico que todos hemos sufrido y que termina dejando una estela de conformismo que puede durarnos toda la vida.

Y no hay nada más triste que no aprovechar las oportunidades que tenemos delante por el simple hecho de no saber superar nuestra zona de confort.

Aunque tus padres o educadores no te animaran a superarte, ahora puede ser tu momento y romper las cadenas que te mantienen en una vida que no te satisface.

La mayoría de las veces podemos hacer lo que soñamos, pero permanecemos encadenados a las excusas y justificaciones, y también a las voces de nuestros padres que nos perpetúan en una autoestima mal desarrollada, de culpa y sumisión.

Eres un esclavo de tu educación y alguien tenía que decírtelo

El relato del elefante encadenado es un claro ejemplo del peso que nuestra educación tiene sobre nuestras decisiones.

Está claro que si no llega un momento en tu vida en que te enfadas con tu situación actual y decides darle un giro, nada de lo que sueñas conseguirás.

Y decidir esto tiene sus riesgos, lo sé, pero abrir un camino nuevo en tu vida siempre te aportará nuevos paisajes, nuevos estímulos y nuevas formas de superación personal.

Si de pequeño «éramos esclavos» de nuestros padres, de mayores somos esclavos de nuestro empleo.

Así que si sientes que éste impide que crezcas, déjalo ya y márcate una ruta o plan de vida.

Ahora te toca mover a ti.