La naturaleza sigue y seguirá siendo un lugar mágico para nuestra mente y nuestro cuerpo. Un lugar donde tomamos consciencia plena de todo cuanto sucede a nuestro alrededor: sonidos, olores, colores y contornos,…
El motivo es que solamente llevamos un segundo de vida en la era industrial, en ciudades, y rodeados de ruido y tráfico. Un segundo de toda nuestra existencia como especie humana.
Es por ello que, a pesar de los avances y comodidades, nuestra especie sigue considerando la naturaleza como su hábitat natural. Nuestro organismo no entiende aún de contaminación y caos, por eso algunos fenómenos naturales nos seducen, sosiegan e hipnotizan.
¿Alguna vez te has quedado mirando como corre el agua de un riachuelo? ¿O has mirado el movimiento de las hojas con el viento?
Todas esas cosas sencillas que ocurren a nuestro alrededor en la naturaleza le dicen a tu mente y tu cuerpo que ese es el lugar natural al que pertenece, por eso se convierte en un lugar perfecto para meditar.
La ciudad es un invento de hace muy poco, nuestras células no comprenden su existencia.
La naturaleza es terapéutica y así debe ser vista, como un lugar de ocio sostenible, un entorno mágico de crecimiento personal, y mundo que debemos respetar, cuidar y compartir.
José Machado – Uptitud Digital
¿Qué es la consciencia plena?
No sólo la acción sino la actitud de prestar atención a cuánto nos rodea de una manera inocente y humilde, sin valorar o juzgar cuanto percibimos, es una manera de ser consciente plenamente de nuestro entorno.
Es consciencia porque estamos realizando una actividad profunda de atención y procesamiento de la información, llevando cuánto sentimos a un nivel de aceptación y fluir, sin intervenir con nuestro juicios, emociones, o pensamientos.
Mira este artículo sobre mindfulness para saber más.
¿Cómo disfrutar de la naturaleza de manera consciente?
A continuación vamos a ver 5 ejercicios que práctico cuando voy a la montaña o a la playa, y suelo hacerlo justo cuando llego al lugar, antes de practicar o hacer alguna actividad.
Este práctica previa tiene muchas ventajas psicológicas que todo el mundo debería practicar si desea vivir intensamente el presente.
Respira
En primer lugar vamos a respirar sintiendo el aire fresco del lugar donde nos encontremos. Preferiría que tuvieras los ojos cerrados, pero eso te lo dejo a tu elección.
Respirar es una «ciencia» y no todo el mundo sabe hacerlo.
Te invito a que te descargues gratuitamente este PDF sobre respiración consciente y lo pongas en práctica desde hoy mismo.
La respiración consciente nos ayuda a sentir el lugar donde nos encontramos de una manera profunda, y le estamos diciendo a nuestro cerebro que debe disfrutar de esa energía y vitalidad del lugar donde nos encontramos.
Todas las células se preparan para un regalo con el que entablan una conexión especial.
Huele
Oler será el siguiente paso.
Cierto es que al respirar olemos pero hasta ahora no ha sido esa la intención. Después de haber respirado tres o cinco veces, ya notamos ese cambio en nuestro interior. Nuestro organismo sabe que está en otro entorno, otro lugar diferente a la ciudad.
Ahora vamos a detectar con el olfato los diferentes aromas del ambiente: olor a romero, tomillo, pinos, tierra húmeda,… cualquier detalle es importante y estimulante.
La intención es que solo huelas, no intentes adivinar qué es, no dejes que tu mente se escape al lugar. Haz una percepción general de cuánto llega a tu nariz.
El olfato es especialmente importante en nuestra especie ya que tiene una conexión directa con ciertas zonas cerebral como el sistema límbico que se encarga del procesamiento de la memoria y las emociones.
Siente
La percepción del tacto tiene un poder muy fuerte sobre la creación de nuestra realidad.
Vivimos en la época de las imágenes, vemos la televisión e internet constantemente y toda la información que nos llega no está a nuestro lado físicamente, incluso puede que sea irreal.
En cambio cuando tocamos algo, sabemos con certeza que está junto a nosotros. El cerebro aquí actúa de manera diferente a otros sentidos generando una realidad centrada en lo físico.
Por ello, lo que haremos en este ejercicio será tocar cuanto nos rodea. A mi especialmente me gusta tocar las cortezas de los árboles, las hojas, y la textura fría de una roca.
Cuando comienzo una ruta de senderismo o salgo a correr, es lo primero que hago.
Oye
Después de unos minutos tras haber realizado los ejercicios anteriores, vamos a estimular otra zona del cerebro que invita a la reflexión.
Al oir cuanto nos rodea haremos igual que al oler. La memoria y las emociones se activan, pero esta vez desde otra forma perceptiva.
¿Eres capaz de oir el sonido del viento en la copa de los árboles? ¿Sabías que cada árbol hace un sonido diferente? ¿Y qué me dices de ese pájaro cantor en el fondo del valle?
Con este sentido estaremos dándole a nuestra mente una completa sensación de plenitud y bienestar.
No tengas prisa, disfrútalo y respira profundamente. El cambio en tu interior se está generando de manera natural.
Mira
Ahora asi. Abre los ojos y observa a tu alrededor.
El movimiento de las hojas, el color verde del entorno, el horizonte lejano como un lugar por descubrir aún.
Mira tus manos, tus cuerpo, y repite en voz baja:
«Estoy aquí presente, ahora mismo, y en contacto con la naturaleza, con toda esta riqueza y variedad que percibo en este preciso momento«.
Tómate un tiempo y comparte lo que sientes con la persona que tengas a tu lado, si es que vas acompañado o acompañada. Seguramente la otra persona también tendrá esa inquietud por sentir como la has tenido tú.
Después de estos ejercicios estás preparado o preparada para dar un paseo, para comenzar el día, para llenarte de energía.