Autoestima y adolescencia

Autoestima y adolescencia – Origen, Desarrollo y Consejos para mejorarla

¿Y quién no ha sido adolescente alguna vez? ¿Quién no ha pasado por un periodo de confusión, caos o rebeldía? La adolescencia es ese periodo de la vida en la que maduramos ideas y creencias sobre el mundo y sobre nosotros mismos. Una etapa esencial del desarrollo y fortalecimiento de nuestra autoestima.

En el artículo de hoy (dirigido tanto a adolescentes como adultos) trataré cómo se forma la autoestima y en qué periodo de nuestra vida, cómo se desarrolla, así como consejos para adolescentes y o profesionales de la educación, si es tu caso.

¡Comenzamos!

Origen: ¿Cómo y cuando se crea la autoestima?

El autoconcepto o identidad personal, así como la autoestima, comienzan a forjarse a temprana edad, sobre los 4 o 5 años.

Nuestro cerebro dispone ya de estructuras bien definidas y desarrolladas que permiten procesamientos complejos como los pensamientos abstractos o el desarrollo de creencias e ideas tanto del mundo como de nosotros mismos.

Las tres dimensiones del desarrollo de la autoestima en la adolescencia

La relación con los adultos: los padres y profesores

La relación con los adultos en la adolescencia suele estar rodeada de conflictos. Por ello hay que prestar especial atención a estos tres puntos:

  1. La motivación y la confianza que depositen en nosotros los padres, profesores o compañeros de la escuela, creará los pilares que usará la autoestima para desarrollarse.
  2. La forma y lenguaje con el que se dirigen a nosotros cuando somos adolescentes, tanto en el ámbito familiar como en el colegio. Los padres aportan sus valores y los profesores premian el esfuerzo y la educación, evitando al mismo tiempo el bullying o acoso escolar.
  3. Tanto los padres como los profesores son modelos a seguir tanto en la infancia como en la adolescencia. Sus comportamientos, maneras de reaccionar y su lenguaje serán copiados y usados como patrones básicos de comportamientos para ese niño o niña.

Es por ello que los adultos nos convertimos en agentes potenciadores de la conducta adolescente, reforzando o castigando el comportamiento, pero también aportando un ejemplo a seguir para este.

Si son pacientes y escuchan lo que tiene que decir, ganará su confianza. Si les premia por los esfuerzos, aprenderán que en la vida hay que trabajar y luchar por lo que sueñas, etcétera.

Todo este repertorio forja la autoestima ya que será la manera en la que el niño se dirige hacia sí mismo, sus habilidades o competencias, e interactua con los demás.

El lenguaje interior: lo que me digo a mi mism@

Tu imagen personal, tus habilidades físicas o intelectuales, y el feedback que obtenemos de los demás en las diferentes áreas, condiciona la manera en que te diriges a ti mismo, cómo te ves y cuanto te valoras.

¿Cómo te sientes contigo mism@?

«Soy un perdedor» o «Nunca haré amigos» o «Todo me sale mal» o «Me doy asco«…

Estos pensamientos o ideas desencadenan en emociones y sentimientos muy negativos sobre la propia persona. Es la llamada crítica patológica.

Cuando algo no sale cómo queremos o esperamos, o alguien se comporta de manera que no nos gusta, tendemos a desesperarnos y frustrarnos, nos enfadamos o nos entristecemos, y esta situación nos lleva a generar más pensamientos similares que suelen ser falsos.

Pero existen pensamientos alternativos: «No gané esta vez, pero tal vez la próxima» o «Tal vez pueda hacer algunos amigos si lo intento de otra forma o pido ayuda a alguien que tiene muchos» o «Quizás ahora no me sienta bien con lo que he hecho o dicho pero debo aprender a perdonarme«.

Esa voz interior más esperanzadora te ayuda a sentirte bien y es más real que la anterior.

La autoestima en la adolescencia suele estar compuesta por palabras duras que alguien nos ha dicho alguna vez. Repetir esas frases en nuestro interior cuando algo nos sale mal es un error que hay que corregir.

Podemos aprender a pensar mejor de nosotros mismos.

La acción: lo que me gusta hacer

Otra dimensión de la autoestima viene dada por el desarrollo y evolución de nuestras capacidades o habilidades.

Practicar una actividad de ocio como dibujar, el deporte, la lectura o la música, dota de seguridad sobre las competencias personales mejorando el autoconcepto y la autoestima.

Cada cosa que aprendes y haces es una oportunidad de sentirte bien contigo mismo y mejorar la manera en que te ves y te valoras.

Es un momento en que no importa lo que piensen los demás de ti, es el lugar desde el que se aprende a valorarse sin depender opiniones de terceros. Es la manera más madura de desarrollarnos, ganar seguridad sin depender de nadie más.

¿Quién no ha sentido placer y felicidad fluyendo en alguna actividad que nos apasiona?

Desarrollo: educación y autoestima

Observar cómo nos catalogan, cómo actúan con nosotros, y qué piensan al respecto son los materiales de consutrccion de la autoestima.

Es muy importante recibir un trato correcto, ni sobrevalorado, ni con déficit emocional ni afectivo.

Una mala educación basada por ejemplo en la culpa, las amenazas, críticas, exceso o defecto de protección, puede tener consecuencias importantes en la vida adulta del niño.

Si por el contrario, crecemos en un entorno donde nos premian por nuestros esfuerzos, usan una comunicación basada en la empatía, hay respeto y confianza, afecto y dedicación, creceremos con mayores competencias y recursos para ser una persona de éxito en el futuro.

Tendremos una idea de nosotros mismos mucho más cercana al éxito.

Veamos algunas de las consecuencias que tendría un niño o niña en su desarrollo dependiendo de si ha recibido una educación de calidad o por el contrario una educación centrada en el castigo y el juicio.

Mala educación emocional

Sentimiento de culpa
Tensión
Percepción de amenaza
Sentimiento de ser criticado y observado
Autoexigencias
Sobrevalorar lo que los demás piensen de mí
Desarrollar creencias sobre lo que puedan pensar de mi comportamiento.
Pobre concepto de sí mismo.
Infravaloración

Buena educación emocional

Fortaleza
Confianza en uno mismo
Prudentes y pacientes
Conscientes de que el sacrificio y la dedicación tiene recompensa
Afán de superación
Autónomas
Buenas habilidades sociales
Autocontrol

Autoestima y adolescencia educación emocional
Autoestima y adolescencia educación emocional

5 Consejos para mejorar la autoestima en la adolescencia

«Yo también he tenido tu edad y sé lo que hay que hacer», me decían cuando tenía 14 o 15 años.

Y lo odiaba, igual que tú, pero era cierto, tenía que callarme, escuchar y aprender. Y aunque me costaba abrirme a escuchar, al final esa persona tenía razón en lo que decía.

Tanto si eres adolescente como si eres padre/madre o un profesional de la educación o la psicología citaré algunos ejemplos que puedes usar y espero te ayuden o inspiren.

1- Pensamientos inútiles

Dibujando en una hoja de papel dos columnas, colocaremos a la izquierda nuestras fortalezas, y a la otra las debilidades o aspectos a mejorar.

Un máximo de 10 será suficiente.

Las fortalezas pueden ser: la gente me dice que dibujo bien, cuando he jugado al fútbol todos dicen que corro bastante rápido, o mi amiga dice que le gusta hablar conmigo porque soy paciente y escucho lo que tiene que decir.

Las debilidades o aspectos que podríamos mejorar pueden ser: me falta concentración en la escuela y quiero sacar buenas notas, no sé cómo hablar con los chicos o las chicas de mi instituto, cuando me han gritado o gastado una broma no he sabido qué hacer o decir.

Lo normal es que este tipo de aspectos más o menos objetivos sobre el comportamiento, lleven asociados una cadena de pensamientos negativos que desencadenan emociones e ideas sesgadas sobre lo que es en realidad.

Por ejemplo en no sé cómo hablar con los chicos o las chicas de mi instituto es frecuente decir: no soy como los demás, nunca lo conseguiré, será mejor que pase desapercibid@, estaré sin amigos toda mi vida. 

Una vez finalizada la hoja servirá para tener una perspectiva global sobre la manera en que se ve el adolescente y también qué aspectos psicosociales le preocupan más o considera relevante para su autoestima.

Por otra parte no se trata de cambiar todo, la autoestima también se basa en la aceptación y el perdón propios.

2- Objetivos y expectativas

La autoestima, como hemos visto, no sólo se desarrolla a partir de nuestro entorno y nuestros pensamientos, sino también de nuestras acciones.

Y para que nuestras acciones sean efectivas, trazar objetivos realistas es la mejor opción.

Desde hace tiempo vengo desarrollando un curso de productividad personal con estrategias y técnicas contrastadas para convertirnos en personas capaces de alcanzar nuestras metas.

Pero todo parte de las expectativas que depositemos tanto en nosotros mismos como en el contexto en el que nos encontremos actualmente.

Los objetivos se crean con las expectativas, y el problema es que éstas deben ser realistas y encontrarse a nuestro alcance.

>>> ¡¡Si eres adolescente y estás leyendo esto!!, déjame decirte que cuando comiences a aceptar cosas que no puedes cambiar (cómo evitar que alguien te grite, ser un famoso cantante, o quitar el hambre del mundo) comenzarás a «madurar». 

En cambio, sacar buenas notas (no tiene que ser un 10), explicarle a tus padres que estas creciendo y deben respetar tu espacio e intimidad y confiar en ti, o decirle NO a ese chico guapo cuando te invita a alcohol, eso si depende de ti y lo que hagas en esas situaciones se llama responsabilidad. 

Tus padres solo te darán libertad si demuestras que eres responsable, si obedeces pero también explicas de manera educada tus necesidades y tus emociones. 

No es fácil, lo sé. Pero algún día tendrás que hacerlo.

Por esa razón, revisa tus expectativas sobre los demás y también sobre ti mismo si te siguen decepcionando ya que tu autoestima te lo agradecerá.

3- Lo siento, no eres perfecto

Un círculo vicioso del que no pueden salir los adolescentes con baja autoestima es la idea de perfección constante.

En la imagen, en las calificaciones escolares, en la alimentación,… casi en cualquier contexto ven un punto de imperfección que deben corregir.

Es un impulso, una fuerza, una obsesión. Y hoy en día los jóvenes están más expuestos a este tipo de comportamientos por culpa de las redes sociales (especialmente Instagram) y la constante idea de tener bien el pelo, los músculos, el culo, o los tatuajes.

La imagen perfecta se ha convertido en el máximo exponente de felicidad. Nada más lejos de la realidad.

Este tipo de sesgo lo vemos claramente en el efecto halo. Una manera de creernos características positivas de su personalidad sobre alguien por el simple hecho de ser guapo o guapa.

Pero volviendo a la perfección, ésta es simplemente inalcanzable. A veces hacer las cosas, es decir, pasar a la acción en lugar de quedarnos meditando días y días sobre algo, es más importante que hacerlo bien.

La autoestima se construye con una actitud positiva sobre nuestras capacidades, dando el primer paso sin importar tanto el resultado. Así se comienza a salir de la perfección.

Si crees que no cometerás errores cuando comiences a hacer algo, estás equivocado. Debes aceptar que será lo más probable que ocurra cuando decidas hacer algo en tu vida. Nadie, ni el mejor deportista ni músico ni bailarina, lo hicieron bien en sus inicios. Solo dos cosas hicieron correctamente las personas de éxito:

  1. Actuar ya sin excusas, es decir, comenzar hoy, ahora, de inmediato.
  2. Y la otra, aceptar el fracaso como una oportunidad de crecimiento.

Todos las personas que llegaron a conseguir sus sueños supieron gestionar la frustración sin dejarse llevar por ella.

4- Dedica un tiempo a conocerte.

Conocerse uno mismo es un derecho de todos y todas, pero también un deber como ciudadanos, hermanos, hijos, empleados o lo que quiera que seas.

Todos tenemos la obligación de corregir errores, perdonarnos y también perdonar a los demás.

Solo podemos mejorar si dedicamos un tiempo a conocernos, a analizar y meditar qué ha salido bien en nuestra vida y qué hicimos para conseguirlo.

Adaptar tus exigencias a tus habilidades, y ensamblarlo con tu momento actual, es una característica inequívoca de madurez.

Por ejemplo, a mi siempre me ha gustado la guitarra flamenca, lo tenía en mi lista de cosas por hacer y admiraba a aquellas personas que tocan flamenco. Pero tenía responsabilidades como estudiar una carrera, trabajar, dedicar tiempo a mi pareja o amigos, de manera que dejé de lado el aprendizaje. Hasta que encontré el momento de aprender a tocar, y así fue. aún así, nunca lo haré como un profesional, pero no me importa, podré ser bueno en otras cosas.

Lo que quiero decir con esto es que observo mis capacidades y exigencias en relación a mi situación actual, priorizando lo que sé que me hará crecer y es importante, y no siguiendo un sueño tuve en el pasado.

No me juzgo por ello, es decir, no pongo mi autoestima en una balanza por no haber sido bueno con la guitarra, sino que incluyo otras facetas de mi vida para evaluarme.

5- «Sé tú mism@. Los demás puestos ya están ocupados» (Oscar Wilde)

Como el factor más importante de desarrollo de la autoestima es social, en la adolescencia es frecuente estar comparándonos con otros, sean famosos o no.

Admirar lo que han conseguido hacer, cómo hablan o bailan, etcétera, es el azúcar de los jóvenes, un néctar irresistible del que intentan beber sin saciarse.

Pero lo que no ponen en las redes sociales es sus momentos tristes, de soledad, de confusión. Al final nos comparamos con lo que ellos publican y quieren que veamos. Solo una parte de la información de sus vidas.